Entre los atractivos turísticos de Castellón de la Plana –como sus playas, su patrimonio monumental o su rica gastronomía– destacan también sus espacios naturales. Dos de ellos están en tierra firme: el Parque Natural del Desierto de Las Palmas y el Paraje Natural del Ermitorio de la Magdalena, origen de la actual ciudad. Y uno reposa en las plácidas aguas del mar Mediterráneo, sobre fondos de 80 metros de profundidad: La Reserva Natural de las Islas Columbretes.
Su nombre deviene de la expresión Colubraria, con la que los primeros navegantes, griegos y latinos, la identificaron en sus cartas de navegación por la abundancia de serpientes que allí encontraron y que prácticamente desaparecieron al incendiar la isla para acabar con ellas. Hasta principios del siglo XIX sus únicos visitantes eran pescadores, contrabandistas o piratas, pero la construcción de un faro, inaugurado en 1860 dio inicio a su ‘colonización’.
Este archipiélago, que precisamente este 2018 cumple tres décadas desde su reconocimiento como Reserva Natural por la Generalitat valenciana, está integrado por cuatro conjuntos de islas de origen volcánico, cada uno de los cuales toma el nombre de la mayor: Illa Grossa, la Ferrara, la Foradada y el Carallot. De todas ellas, solo la primera está habitada y puede visitarse.
En forma de media luna que recuerda a la griega Santorini, aunque mucho menor, Illa Grossa está integrada por diversos cráteres encadenados. A su pequeño puerto, Tofiño, llegan las embarcaciones del Grao para que los visitantes puedan acceder por su escalinata y realizan el único camino interpretativo de la isla hasta los 67 metros donde está el faro. Los grandes atractivos de estas islas son de carácter natural: su fauna y su vegetación. Diversas aves marinas –como la gaviota de Audouin, la pardela cenicienta, el halcón de Eleonor o el cormorán moñudo– encuentran en ellas acomodo para sus nidos, mientras las lagartijas corretean por la tierra. Todas estas especies están catalogadas en diferente grado de protección –desde en peligro de extinción como vulnerables o especies endémicas– de ahí la importancia de su protección.
Al margen de la Illa Grossa, sobre la superficie del mar destaca otra de las islas, el Carallot, que con sus 32 metros de altura es fiel testimonio geológico de los restos de la chimenea central de un milenario volcán. Pero el otro gran atractivo de las Columbretes –cuyo parte emergente ocupa 19 hectáreas– es la fascinante Reserva Marina de 5.54 hectáreas que rodea todo el archipiélago. Un mundo subacuático que se puede admirar parcialmente practicando snorkel (buceo de superficie), aunque para conocer mejor sus profundidades lo ideal es el submarinismo. Para ello se deberá contar con autorización del Ministerio competente en Medio Ambiente y Pesca.
Al tratarse de una Reserva Natural, máxima figura de conservación, las Columbretes tienen un cupo restringido de visitantes diarios, 78, que deben hacer la visita guiada en grupos de máximo 20 personas. Los horarios de visita a la Illa Grossa son: a las 10.30, 12.00, 13.30, 17.00 y 18.30 horas. El período de 12.00 a 15.00 horas está reservado para golondrinas. Estas visitas deben contratarse en las empresas privadas que las organizan, que son las que disponen de los cupos asignados: 40 para golondrinas, 20 para charters y 18 para particulares.
El Centro de Información de la Reserva Natural de las Islas, ubicado en el Planetario del Grao, ofrece más detalles sobre estas visitas además de una exposición sobre las islas y el mundo de la pesca, y diversas campañas educativas relacionadas con las islas. También hay un servicio de audioguía, con la locución de un pescador, una sala de proyecciones donde se ofrecen vídeos y audiovisuales que suponen un excelente preámbulo antes de hacerse a la mar en pos de las Columbretes.
Uno de los mejores lugares para bucear sin ninguna duda. Una verdadera joya natural, muy recomendable!
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