El Castillo de Chillon y la marca de Lord Byron

Nuestro destino nos lleva a tierras de relojes, de quesos, de chocolates… y de uno de los lagos más bellos y extensos de Europa: el lago de Ginebra. Los celtas lo bautizaron con el nombre de ‘Lem an’, que significa Agua Grande.

El lago Lemán, ubicado al pie de los Alpes, es uno de los lugares más atractivos de Suiza. En la orilla de este precioso lago alpino, cerca de Montreux y en el cantón de Vaud, se encuentra el Castillo de Chillon, uno de los monumentos más visitados y emblemáticos del país y el lugar al que ahora nos dirigimos.

Esta espectacular fortaleza, austera y sólida, se remonta al siglo XII y se encuentra en el lago sobre un pequeño saliente de roca. Fue la residencia durante muchos años de los condes de Saboya, ya que desde este punto se podían controlar importantes rutas comerciales.

La ubicación del castillo es uno de sus grandes atractivos, pero su interior, en un magnífico estado de conservación, conforma una ruta llena de interés en la que habremos de invertir algo de tiempo para completar su recorrido. Alrededor de cincuenta de sus muchas habitaciones son visitables.

Un punto interesante del itinerario intramuros de la fortaleza son sus mazmorras, ya que Chillon también se utilizó como una gran prisión. En ella estuvo recluido Bonivard, un monje e historiador del siglo XVI que acabó entre barrotes por defender sus ideas políticas. La historia de este cautivo inspiró al escritor inglés Lord Byron para crear su famoso poema El prisionero de Chillon, obra que se considera un gran canto a la libertad y que proporcionó gran popularidad a esta construcción convirtiéndola en un lugar de peregrinación turística.

Byron visitó este castillo atraído y fascinado por la historia de Bonivard y también porque se encontraba relativamente cerca de la mansión que había adquirido junto al lago y en la que residió durante un tiempo tras abandonar su país. El poeta inglés grabó su nombre en una de las columnas de Chillon, dando fe de su paso por aquel lugar. Además, una placa conmemorativa nos recuerda también su visita a la fortaleza. 

Revista Viajes y Lugares