Nos adentramos en tierras de vikingos. Nuestro destino se encuentra en los fiordos noruegos que nos regalan una de las rutas más espectaculares de la naturaleza. Los valles modelados por glaciares dibujan paisajes llenos de magia y elevados miradores de roca que quitan la respiración.
La gran puerta que nos abre paso al recorrido por los fiordos es la ciudad de Bergen, la segunda población más grande Noruega. Su barrio antiguo en el muelle, repleto de casas de madera de vivos colores, fue declarado por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad.
En esta agradable ciudad podemos degustar un aperitivo de suculento pescado seco antes de disponernos a visitar uno de los lugares más asombrosos de los fiordos noruegos: el vertiginoso mirador Preikestolen, conocido como El Púlpito. Imaginemos la sensación que nos produciría asomarnos a un gran balcón de 600 metros de altura. De entrada la idea provoca algo de vértigo. ¡Adrenalina pura!
El Púlpito es uno de los lugares más bonitos de Noruega y, teniendo en cuenta la gran cantidad de sitios espectaculares que nos regala este país, esto es todo un piropo.
El entorno es tan magnífico que nos hará sentirnos muy pequeños. La grandeza que exhibe la naturaleza en este lugar del planeta es abrumadora. Nos encontramos sobre el fiordo Lyse, al suroeste de Noruega. Para acceder al famoso mirador es imprescindible realizar una ascensión de unas dos horas a través de una ruta senderista que va mostrándonos unos paisajes fascinantes. Aunque el camino presenta tramos bastante escarpados, personas de todas las edades realizan esta ascensión todos los días. La meta es llegar al saliente rocoso que asoma sobre el fiordo. Una vez en la enorme plataforma de piedra, en la que no existe ninguna protección que nos resguarde del abismo, la sensación de libertad y de comunión con el planeta el indescriptible.
Los estudios geológicos afirman que las grietas de Preikestolen anuncian que acabará cediendo y desplomándose algún día aunque, afortunadamente, no se espera que esto se produzca la semana que viene y habrán de pasar muchos años para que suceda. En la actualidad es un lugar seguro.
Después de conocer qué se siente en esta enorme y elevada plaza de piedra al aire libre y de hacer las fotografías y selfies que consideremos oportunos, el descenso nos espera. Se suelen invertir otras dos horas y lo habitual es buscar la ciudad más cercana para recomponerse de las recientes emociones. Desplazarse hasta Stavanger suele ser lo habitual, además de una buena idea.
Stavanger es una ciudad universitaria que ofrece todo tipo de servicios: alojamiento, restaurantes, tiendas…, además de una gran cantidad de actividades culturales. De hecho, esta población noruega ostentó el título de Capital Europea de la Cultura en 2008. Su lema en aquel momento fue ‘Puerto abierto’, lo que nos da una idea del carácter acogedor de este punto de Noruega. El precioso centro antiguo de Stavanger cuenta con uno de los conjuntos de casas blancas de madera mejor conservados de Europa.
Revista Viajes y Lugares
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