Sol radiante en París, espacios luminosos, tiempo libre, días largos para disfrutar más tiempo de la ciudad y sus encantos... Todo está a favor de la capital francesa en los días de verano. Todo, excepto el calor, porque en estos días la ciudad puede en ocasiones sobrepasar los 30 grados. Aún así, París tiene suficientes recursos para que resulte atractiva bajo el sol. Aquí proponemos los mejores lugares para descansar y disfrutar del fresco. Y también para saborear su gastronomía y, de modo especial, sus tentaciones para los más golosos.
Para encontrar un poco de sombra durante un paseo, no hay nada como hacer una parada en uno de los parques y jardines de París, hay mucho para elegir. Entre los clásicos, el Jardin des Plantes, el Parc des Buttes Chaumont o el Parc Montsouris que permiten también hacer picnic o recostarse tranquilamente a la sombra de un árbol. Si además de frescor se busca tomar algo, resulta ideal el decorado fuera del tiempo del Café des Marronniers, situado en pleno centro de las Tuileries, junto al Louvre y la plaza de la Concorde.
El centro de la capital está repleto de lugares más o menos secretos, en los cuales se puede hacer un descanso al fresco y aprovechar para una breve visita cultural: una mención especial para el jardín del Musée de la Vie Romantique, o el del Musée Zadkine o los poco conocidos jardines de las Archives Nationales, en pleno Marais.
Aunque las propuestas para tomar algo fresco en París son muy abundantes, a veces hay que conformarse con un simple trago de agua. Hay que saber que diseminados por la ciudad hay nada menos que 1.200 puntos de agua potable, pero también existen varias fuentes de agua mineral con gas, en auto-servicio, en numerosos espacios verdes, como en el Jardin de Reuilly, el Parc Rives de Seine y también el Parc Clichy-Batignolles - Martin Luther King.
Si lo que se busca son grandes espacios, hay que dar vuelta por el Bois de Vincennes o el de Boulogne. En el corazón de este último, el Jardin d’acclimatation propone una serie de actividades lúdicas para las familias, un pequeño jardín zoológico, terrazas que dan sobre el verdor y un espacio con un vaporizador de agua durante el verano. A dos pasos, se puede descubrir la impresionante Fondation Vuitton, otra propuesta cultural, cuyos alrededores son refrescados por una cantidad de juegos de agua integrados en su estructura. Después de haber dado una vuelta para descubrir las colecciones de arte contemporáneo expuestas, hay que tomarse un tiempo para refrescarse sobre la hierba, a la sombra de esta obra maestra de Franck Gehry.
Pero lo que uno no debe perderse por nada del mundo si es amante del arte del pintor de moda Gustav Klimt es la exposición l’Atelier des Lumières, situado entre Bastille y Nation, en una antigua fábrica de fundición del distrito XI parisino, propone monumentales exposiciones digitales sobre las paredes y suelos. Con 140 videoproyectores y una sonorización espacializada, este equipamiento multimedia único en su estilo, se adapta a los 3.300 m2 de superficie, del suelo hasta el techo, de hasta 10 metros.
Al borde del agua
Aunque, evidentemente, en París no hay mar, sí hay playas. Las más conocidas son las que se instalan al borde del Sena, del Louvre al Pont de Sully casi tres kilómetros de arenas junto al río, que retoma en verano el aspecto de la orilla del mar ofreciendo a los paseantes, ciclistas y patinadores un programa de actividades destinado a los parisinos y a los turistas. Con baloncesto, tenis, lucha, esgrima, tenis de mesa, petanca, tai chi, bailes de salón, área de gimnasia, duchas de micro vaporización, biblioteca efímera y “Playa aventura” para los más pequeños... con sus baños y juegos de agua, conciertos, talleres y espectáculos para divertirse. Otros espacios acuáticos de la ciudad son, entre otros varios, el canal San Martín y el estanque de Ourcq. Allí es posible relajarse, así como tomar una copa en alguna terraza, los pies casi en el agua, en los muelles o al borde de alguna gabarra, como la del Rosa Bonheur, o en el Faust Paris. También en Pansoul. Una visita imprescindible es Le Jardin Suspendu, situado en el techo de un aparcamiento de la Expo de París, en la Porte de Versailles. Un jardín de 3500 m2, que incluye una huerta de 100 m2, bares, restaurantes y pantallas gigantes, ¡todos situados a 27 m del suelo.
En el nordeste de la ciudad, la gente va al canal de l’Ourcq, con sus actividades sobre el agua y su estilo portuario. Es el lugar ideal para pasar un momento entre amigos, entorno a una copa en una de las muchas gabarras, o también para saborear una cerveza en el Paname Brewing Company, y disfrutar de una vista impresionante sobre el canal. Y para terminar, en Bastille, el tranquilo puerto de l’Arsenal se puede pasear, mientras se descubre los barcos de recreo. La terraza Le Grand Bleu es ideal para hacer una pausa fuera del tiempo, lejos de la circulación, con la vista fija en el agua.
Sabores refrescantes y golosos
Cuando el calor aprieta, los helados son nuestros mejores aliados. Para refrescarse y disfrutar de algunos de los mejores helados, hay que visitar, Scaramouche en Abbesses. En esta heladería se pueden degustar helados artesanos que encantan a todo el mundo, como por ejemplo, el sorbete de naranja sanguínea bio. En el barrio Le Marais, en Pozzetto, o en la heladería Grom además de disfrutar de un absoluto manjar helado, en ocasiones con inspiración italiana, refrescará sus papilas gustativas.
En We are Juice, también se puede uno refrescar. Este bar de zumos, en su inmensa mayoría bio, es un remanso de tranquilidad para relajarse y hacer una pausa en pleno París. Con un estilo diferente, el patio de la Mezquita de París, es un lugar muy agradable para refrescarse degustando un exquisito té de menta. Y si todavía se quiere estar más fresco, queda uno de los must turísticos de la capital: ¡las Catacumbas! ¡Allí se garantiza una temperatura muy moderada!
Otros templos gastronómicos que destacan por su originalidad, son, por ejemplo, Sessance una nueva forma de comer salado y dulce donde las verduras y las frutas toman otra dimensión. Un sano placer, los esculturas creativas erigidas bajo los ojos, servido con bebidas naturales y en un entorno íntimo y moderno. Y si se quiere aprender a elaborar deliciosos postres, además de saborearlos, nada como acudir a cualquiera de las pastelerías Michalak. También uno puede dejar que le enseñen los secretos de como se hacen los mejores dulces en una ruta en la que se visitan algunas de las mejores pastelerías de París con la Route des Gourmets.
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Un texto de Enrique Sancho Cespedosa.
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