Acaban de cumplirse 250 años del extraordinario viaje del Capitán Cook en el Endeavour, el barco construido en los astilleros de la localidad británica de Whitby, lugar en el que el marino, explorador y cartógrafo vivió durante una larga temporada y donde comenzó a relacionarse con su gran pasión: los barcos y el mar.
Cook nació a treinta kilómetros de esta pequeña población pesquera. Era hijo de un humilde granjero y, aunque nada apuntaba a que se convertiría en un reconocido marino, luchó con tesón por su sueño hasta convertirse en el descubridor de numerosas islas del Pacífico y de miles de especies de plantas y animales hasta aquel momento desconocidos. Capitaneando su expedición se convirtió en el primer europeo que encontró la costa oriental australiana, trazando los primeros mapas de Nueva Zelanda y Australia.
El Museo del Capitán Cook en Whitby recoge todos los detalles de la vida y aventuras de este reconocido marino a quien se rinde permanente homenaje en esta localidad situada en el condado de Yorkshire, en la costa nordeste de Inglaterra. También podemos realizar un recorrido turístico por los puntos de la localidad que recuerdan especialmente la estancia del famoso capitán.
A pesar de estar bañada por las frías aguas del Mar del Norte, estamos en una ciudad que acoge al visitante con calidez y amabilidad. Las estrechas y empinadas calles de adoquines del centro de la población suelen estar llenas de vida y nos invitan al paseo tranquilo.
Curiosamente, a medida que nos adentramos en el pueblo llaman la atención las constantes referencias a Drácula. Que nadie se asuste si se cruza con algún lugareño ataviado con la indumentaria característica del conocido vampiro. Esto es así porque buena parte de la novela de Bram Stoker, quien disfrutó de algunas estancias vacacionales en este punto del planeta, se desarrolla en esta localidad. La conexión entre el vampiro más famoso de la literatura y Whitby es más que evidente. Festivales de música gótica, dramatizaciones y escenas animadas callejeras… en cualquier momento se hace palpable la figura del famoso y noctámbulo conde.
Parece increíble pero esta población aún nos depara otra sorpresa más. Lewis Carroll, el conocido autor de Alicia en el país de las maravillas, llegó por primera vez a esta localidad en el verano de 1854 junto a un grupo de compañeros estudiantes y a su tutor para dedicarse el estudio de las matemáticas. En la playa de este pueblo costero Carroll daba largos paseos. Incluso la gaceta local publicó algunos de sus artículos.
Después de casi apabullarnos con tanto nombre famoso, nada mejor que serenar el espíritu visitando uno de los grandes atractivos de Whitby: su espectacular abadía, datada en el siglo V y posteriormente destruida por los vikingos. Las actuales ruinas, ubicadas sobre un acantilado, se remontan al siglo XI y dotan al paisaje de una gran belleza. Para acceder a esta construcción habremos de animarnos a subir casi doscientos escalones de piedra bastante desgastados, gimnasia que vale la pena para contemplar las vistas panorámicas que se alcanzan desde lo alto.
Llegado el momento de tomar algo no nos resultará difícil encontrar una buena y variada oferta gastronómica. Al margen del típico fish and chips (pescado rebozado con patatas fritas), todo un clásico del país y que en Whitby ha adquirido cierta fama y excelencia, encontraremos una gran variedad de delicias culinarias en los restaurantes de la zona.
No podemos marcharnos de Whitby sin conocer uno de los productos más famosos de esta ciudad. Nos referimos al azabache, piedra que en la actualidad se sigue extrayendo de los acantilados de la zona y que es muy apreciada en joyería. El azabache de Whitby está considerado como uno de los de mayor calidad del mundo.
Revista Viajes y Lugares
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