Para disfrutar de esta especial aventura hemos de trasladarnos hasta la península de Yucatán, en México, un lugar repleto de joyas arqueológicas, como Chichén Itzá, de playas increíbles, de sabrosa gastronomía… Sin embargo, en esta ocasión nos dirigimos a explorar los fascinantes y algo misteriosos cenotes que nos esperan en esta zona del mundo.
La palabra cenote deriva del idioma maya y significa abismo. Son pozos de agua dulce creados por la erosión, auténticas maravillas naturales con aguas frescas y cristalinas cobijadas por roca y vegetación. También suelen presentar numerosas estalactitas y estalagmitas formadas por el goteo constante, creando espectaculares monumentos naturales.
Para los mayas estas piscinas naturales no solo eran un magnífica fuente de abastecimiento de agua, también eran consideradas como espacios sagrados en las que se celebraban todo tipo de rituales, por lo que en estos lugares han sido encontrados un buen número de restos arqueológicos que nos hablan de las costumbres y la forma de vida de esta antigua civilización. También se han hallado restos óseos de personas que fueron sacrificadas como ofrenda a los dioses.
Los cenotes son tesoros creados por la naturaleza y conectados por un entramado laberíntico de ríos subterráneos. En Yucatán hay alrededor de 3.000 cenotes censados, aunque se calcula que la cantidad real podría ascender a más de 8.000. La Ruta de los Cenotes permite recorrer algunas de estas formaciones naturales y descubrirlas en todas sus modalidades, ya que las podemos encontrar descubiertas, parcialmente cubiertas y subterráneas.
En estos fascinantes lagos existe una rica fauna: ranas, tortugas, iguanas…, además de una gran variedad de aves y de peces. También hay especies endémicas como el pez ciego de Yucatán. En estos lugares es fundamental respetar el entorno. Son ecosistemas frágiles que deben cuidarse, por ese motivo hay que mantener una serie de normas, como no utilizar bronceador.
Una de las actividades más emocionantes que se pueden practicar en estas piscinas naturales es el buceo, para el que se recomienda consultar con expertos o ir acompañados de un monitor que realice la función de guía. Pero no es la única. También podemos lanzarnos a la aventura de nadar en estas balsas cristalinas, auténticas joyas del patrimonio natural mexicano.
Revista Viajes y Lugares
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