En América del Norte nos espera uno de los espacios naturales más impresionantes del planeta. Fundado en 1885, es el más antiguo de los 41 parques nacionales de Canadá. Banff, en la provincia de Alberta, es uno de esos lugares que emocionan y nos llenan la retina de miles de colores.
Lagos, montañas, bosques, glaciares, manantiales de aguas termales, cañones, cascadas, flores, fauna… Banff no se priva de nada y despliega todos sus encantos naturales en sus más de 6.600 kilómetros cuadrados de extensión. Se encuentra situado a los pies de las Montañas Rocosas canadienses y hace frontera con otros dos espectaculares parques nacionales del país: Yoho y Jasper.
La belleza de este lugar es tan fascinante que ha sido declarado Patrimonio de Humanidad y cada año multitud de viajeros, excursionistas, montañeros y esquiadores se acercan hasta este paraje de más de setenta millones de años.
El parque debe su nombre a la localidad de Banff y ésta a la escocesa de Banffshire, lugar de nacimiento de Lord Stevens, uno de los fundadores de la red ferroviaria Canadian Pacific. El pueblo de Banff reúne la gran mayoría de los restaurantes, hoteles y tiendas de toda la zona, convirtiéndose en parada imprescindible para surtirnos de cualquier tipo de producto. Aquí también se encuentra el Museo de Historia Natural más antiguo de esta parte de Canadá y alberga más de cinco mil especies botánicas y zoológicas.
Junto al lago Louise, uno de los más espectaculares del parque, se encuentra la pequeña localidad del mismo nombre, un punto que reúne a un importante número de turistas que se acercan hasta aquí para disfrutar del lugar, uno de los más visitados del parque.
Otro de los lagos más populares es el Minnewanka, un lago artificial que se creó tras la construcción de una presa. El pueblo que se ubicaba en esta zona quedó sumergido bajo las aguas y una de las actividades más divertidas consiste en bucear y ver la solitaria ciudad en las profundidades del lago.
En algunas zonas del parque podríamos encontrarnos con los temidos osos negros americanos y los osos pardos. Es importante estar atentos a las indicaciones de los folletos y seguir paso a paso sus recomendaciones.
Sin lugar a dudas, la vida salvaje del parque es mejor observarla de lejos, actividad a la que se dedican muchos de los visitantes que acceden a la zona. No es la única. En Banff podemos pasear en canoa, practicar senderismo, hacer escalada, patinar sobre el hielo o sencillamente deleitarnos con las maravillosas escenas naturales que nos ofrece el parque. Es fácil sentirse insignificante ante la magnitud de este lugar de exuberante naturaleza.
Revista Viajes y Lugares
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