Jerusalén: algunos lugares clave de la fascinante capital de Israel

Jerusalén, especialmente la Ciudad Vieja por la que nos disponemos a pasear, está repleta de espacios santos que conviven con una sociedad que no puede ocultar las constantes tensiones que sufre aquel territorio. Sin embargo, a pesar de estas circunstancias, esta tierra nos sorprende con su magia, su gran carga religiosa, su simbolismo y sus emblemáticos lugares. Tanto es así que hay quien afirma que podemos llegar a padecer el llamado síndrome de Jerusalén y acabar literalmente embriagados y atrapados en la atmósfera especial de esta urbe sin parangón.

Ocho son las antiguas puertas que dan acceso a la Ciudad Vieja de Jerusalén. En realidad son siete, ya que la Puerta Dorada, la más antigua y también conocida como Puerta de la Eternidad, siempre permanece cerrada a la espera de que el Mesías regrese entrando por ella.

Otra de las puertas que destacan en el conjunto amurallado por su imagen imponente y su belleza es la de Damasco. Ubicada en el centro del lado norte, es el principal acceso a la Ciudad Antigua, a la que se llega atravesando el zoco musulmán, una zona que siempre se encuentra llena de actividad y bullicio. Escogemos esta entrada para seguir nuestro camino por los barrios antiguos de Jerusalén.

La Ciudad Vieja

Estamos en uno de los puntos de obligada visita y un lugar de gran importancia a nivel histórico y religioso. Rodeada por una antigua muralla que se ha reconstruido en varias ocasiones, está ubicada en Jerusalén Este y es una zona que recibió la declaración de Patrimonio de la Humanidad en 1981. Acoge un gran número de lugares santos. La Ciudad Vieja se divide en cuatro barrios claramente diferenciados: el musulmán, el judío, el cristiano y el armenio, siendo este último el más pequeño de todos.

Uno de los puntos más sagrados es la Explanada de las Mezquitas. Ocupa gran parte de la zona antigua y nos invita a descubrir dos referencias especialmente interesantes: la Cúpula de la Roca y la Mezquita de Al-aqsa, la más grande de la ciudad.

Cúpula de la Roca

Esta visita es realmente fascinante. El nombre de este precioso y enorme edificio deriva de la gran roca alrededor de la cual se construyó. No es difícil adivinar que no se trata de una roca cualquiera. Es doblemente sagrada porque, según la creencia, desde este punto Mahoma ascendió al cielo y porque sobre ella Abraham se disponía a sacrificar a su hijo Isaac.

El santuario, de forma octogonal, data del año 691 y su bella cúpula, uno de los grandes símbolos de la ciudad, cuenta con un revestimiento de placas de cobre dorado.

Mezquita de Al-aqsa

Su nombre significa “la última mezquita” y también se encuentra en el interior de las murallas de Jerusalén. Es la más grande e importante de todas las que podemos ver en la capital. Sus orígenes se remontan al año 674 y su estructura original se ha visto modificada por los vaivenes de la historia. Incluso llegó a ser destruida por el ataque de los cruzados y una parte fue donada a la orden de los caballeros templarios.

El conjunto de la mezquita, tanto su interior como en los alrededores, puede llegar a reunir a más de cinco mil fieles.

Iglesia del Santo Sepulcro

En el barrio cristiano es posible encontrar muchas iglesias, monasterios y otras instituciones religiosas que pertenecen a diferentes comunidades cristianas pero, sin duda, la Iglesia del Santo Sepulcro es el edificio más importante. Está construida sobre el punto sagrado donde Cristo fue crucificado. Esta basílica es uno de los grandes destinos de peregrinación del cristianismo.

El Muro de las Lamentaciones

El Muro Oeste, más conocido como el Muro de las Lamentaciones, también nos espera en nuestro paseo por Jerusalén. A primera vista puede parecernos solo un muro, pero es un lugar de importancia clave para los judíos, ya que es el único vestigio que queda del antiguo Templo de Salomón, reconstruido por Herodes en el año 20 a.C. Es el símbolo de piedra al que la comunidad judía acude para lamentar la destrucción del templo original. Además de ser el lugar más sagrado para los judíos es, sin duda, un escenario fascinante para el visitante.

El Monte de los Olivos

Entre los enclaves míticos de Jerusalén se encuentra el bíblico Monte de los Olivos. Está situado en el este de la Ciudad Vieja y ocupado en su mayor parte por el cementerio más grande y antiguo del mundo. De hecho el deseo de muchos es ser enterrado allí. Se cuenta que hay quien llega a pagar cifras elevadísimas de dinero para conseguirlo.

Ya que nos encontramos en un gran cementerio, resulta curioso que la mayoría de las tumbas de los cementerios judíos tienen encima algunos grupos de piedras. Es el tributo que se ofrece a los seres queridos desaparecidos. Así como en otras culturas las flores son el homenaje habitual, entre los judíos las piedras son el elemento usado para honrar a los fallecidos.

Una pequeña parada gastronómica

No olvidemos que el capítulo gastronómico es uno de los muchos atractivos de esta ciudad. La variedad de culturas y religiones también se ve claramente reflejada en la cocina más genuina de Jerusalén: desde los alimentos preparados siguiendo la liturgia Kosher, hasta los sabrosos platos de la tradición musulmana elaborados evitando cualquier derivado del cerdo.

Cabe destacar que la palabra kosher, con la que se designan los productos que tienen el visto bueno de los judíos, significa “apropiado o apto” y la comida así llamada se elabora siguiendo una rígida ley de pureza con la que son tratados los alimentos. A pesar de esto, es una rica cocina que ha sabido reunir las tradiciones de los diferentes países en los que este pueblo ha desembarcado a lo largo de los siglos.

Revista Viajes y Lugares