La coqueta localidad de Graz, situada al sudeste de Austria, a orillas del río Mur, es una ciudad universitaria y alegre, llena de estudiantes Erasmus y gente joven que se encarga de mantener un ambiente constantemente activo y animado. Su centro histórico, en el que se aprecia la huella de la dinastía de los Habsburgo, fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Cuando nos acercamos a Graz, la capital del estado de Estiria, comprobamos que hay mucho que ver y disfrutar, pero su gran símbolo es, sin duda, la Torre del Reloj, una construcción que se encuentra en una ubicación privilegiada, sobre un cerro al que puede accederse también por funicular, desde donde se disfruta de unas vistas espectaculares de la ciudad y los alrededores.
La torre, también campanario, es como el corazón de Graz que late al ritmo de los segundos de su reloj. Data del siglo XVI y, aunque con algunos retoques, se conserva en perfecto estado. Pero no estamos en una torre convencional. Ésta cuenta con singularidades que la convierten en una construcción muy original y única.
El reloj aún conserva el mecanismo realizado en 1712 por el maestro relojero Michael Sylvester Funck y tiene la peculiaridad de que la manecilla de las horas es más larga que la de los minutos, no sabemos si por una licencia que se permitió su creador o por un afortunado error, ya que esta característica lo ha convertido en un reloj indiscutiblemente especial.
La torre contiene tres campanas que originalmente tocaban anunciando diferentes circunstancias: para dar las horas, cuando se producía un incendio y por las almas de los “pobre pecadores” cuando se avecinaban ejecuciones. Más tarde también se creó un toque de queda especial para que los amantes de la fiesta se recogieran en sus casas. Todo esto ya es historia y las musicales campanas solo suenan marcando el ritmo del tiempo y en alguna que otra festividad.
En torno a la bellísima Torre del Reloj de Graz podemos encontrar zonas verdes y de ocio, además de los paisajes naturales que ofrecen los alrededores, especialmente bonitos a partir de la primavera.
Revista Viajes y Lugares
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