Nos acercamos a Tarragona, la luminosa ciudad mediterránea ubicada en el mismo emplazamiento de la antigua Tarraco, de la que toma su nombre. Estamos en una encantadora urbe moderna en la que la historia nos saluda a cada paso. Las calles del casco antiguo fueron centro de la vida cotidiana de los habitantes de la entonces provincia del Imperio Romano conocida como Hispania Citerior, y que vio en el siglo II d. C. su momento de mayor esplendor. Son las mismas calles en las que hoy nos deleitamos paseando y nos paramos a saborear un buen vermut disfrutando del ambiente de sus animadas terrazas.
Tarragona, al sur de Cataluña, es un lugar acogedor con gentes hospitalarias que saben que no existe mejor combinación para convencer al visitante que desplegar su atractiva trilogía, la formada por el Mediterráneo, unas buenas dosis de historia y la excelente gastronomía del lugar.
Y así, totalmente convencidos, nos vamos a buscar el núcleo más antiguo de la ciudad caminando por la Rambla Nova, la principal arteria de Tarragona que nos lleva hasta su precioso balcón con vistas al mar. En este paseo vemos cómo lucen de forma especial algunos edificios modernistas que nos vamos encontrando por el camino y en su pasillo central nos saluda el famoso monumento dedicado a los “castellers”, personas que, siguiendo la tradición, construyen con sus cuerpos torres espectacularmente altas.
Antes de continuar, para abrir boca, probamos una de las deliciosas cocas artesanas que se elaboran en Tarragona. Las hay dulces y saladas y son una excelente compañía en nuestro trayecto.
El Circo romano
Llegamos al Circo romano, uno de los mejor conservados de Europa. Con una capacidad para más de 25.000 personas, en este lugar se disputaban todo tipo de juegos y carreras de cuadrigas. Podemos visitar la parte oriental, la que muestra la curva en la que los carros realizaban su giro. El circuito completo tenía un recorrido aproximado de 190 metros. Contemplándolo no es difícil dejar volar la imaginación y creer ver a los romanos de la época sobre sus cuadrigas en plena acción.
El Pretorio
Avanzamos unos cuantos pasos más y nos encontramos en la torre del Pretorio, en la plaza del Rey. Tenemos la sensación de que en esta parte de la ciudad todo está cerca y esta cualidad de abarcable dota al casco antiguo de un atractivo especial.
También conocido como torre de Pilatos, el Pretorio es una construcción del siglo I d. C. que comunicaba el Circo con el Foro provincial. Durante la Edad Media fue castillo y residencia real, por lo que también es conocido como Castillo del Rey.
El Anfiteatro
Una de las grandes joyas de Tarragona es su anfiteatro romano. El hecho de estar ubicado junto al mar dota al conjunto de una belleza increíble. Las gradas de este espectacular lugar se llenaban de espectadores que no querían perderse las sangrientas batallas entre gladiadores. Data del siglo II d. C. y, curiosamente, cuatro siglos más tarde se construyó sobre parte de su espacio la Iglesia de Santa María del Milagro, dedicada a los mártires locales. Aún puede verse su huella en este lugar.
Todo el conjunto arqueológico de Tarraco cuenta con la declaración de Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
La Catedral de Tarragona
La Catedral Basílica Metropolitana y Primada de Tarragona es otro de los puntos clave de la ciudad. Impactan sus dimensiones entre las pequeñas calles que la rodean. Se ubica en la parte más alta de la población, en el espacio que ocupó el recinto de culto romano, y está dedicada a Santa María. Su construcción se inició en el año 1167 y se convirtió en el eje vertebrador de la población. Presenta una rica combinación de estilos: ideada en fundamentos románicos, tiene capillas, la fachada y el altar mayor de estilo gótico, pero también posee otros de renacentista y barroco. Es la catedral más grande de Cataluña.
El encanto de callejear
Tarragona es rica en plazas con historia. Pasearlas es nuestro objetivo. Una de ellas, muy cerca de la Catedral, es la Plaza del Fórum, donde se ubicaba el Foro Provincial o centro político y administrativo de la antigua Tarraco. Era una gran plaza porticada que actualmente está llena de terrazas. El ambiente es encantador. Además, los sábados se instala un mercadillo de frutas y verduras que le aporta un toque muy pintoresco.
En una de las pequeñas calles que conducen a esta plaza podemos visitar la cerería más antigua de Cataluña. Data del año 1751. Y no es la única tienda curiosa de la calle. Caminando unos metros nos encontramos con un establecimiento lleno de todo lo imaginable: conchas, pequeñas elaboraciones artesanas con elementos reciclados, cartas antiguas, piedras de diferentes procedencias… Pero lo mejor de acercarse a esta tienda es la simpatía de sus bohemios propietarios. Conversar con ellos es todo un placer.
Muy cerca de este punto está la Plaza dels Sedassos, donde nos sorprende gratamente la artística fachada del edificio donde se ubica el estudio del pintor Carles Arola. El mural presenta a diferentes personajes tradicionales y elementos de la cultura popular.
Tarragona no se acaba aquí. Es mucho más. Es el lugar que marcamos en nuestra agenda con el propósito de volver. Volver para seguir descubriéndola y para que nos siga enamorando. La celebración de los XVIII Juegos del Mediterráneo Tarragona 2018, que comienzan el 22 de junio, puede ser la excusa perfecta para acercarnos de nuevo a esta ciudad única.
Revista Viajes y Lugares
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Texto e imágenes: © Argentina Marquina
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