Visitamos el tacón de la bota italiana. Allí nos espera Alberobello, una localidad situada en un altiplano lleno de cuevas llamado Murge, ubicado en la región italiana de Apulia. Este pueblo del interior de la provincia de Bari presenta actualmente una economía de carácter agrícola, pero durante la época romana toda la región fue muy importante debido a su situación estratégica en el Mediterráneo.
Nos acercamos a este punto del planeta para descubrir en primera persona sus curiosísimas edificaciones que destacan por sus paredes blancas y sus techos cónicos. Reciben el nombre de Trullo y están elaboradas con piedra a la que no se ha aplicado ningún tipo de cemento. Hoy en día estas viviendas se encuentran habitadas, incluso muchas de ellas acogen comercios, restaurantes y hoteles.
Los tejados cónicos de estas casas están elaborados con piedras grises impermeables y presentan unos dibujos blancos pintados a mano con cal que se cree que tienen el objetivo de atraer la suerte y ahuyentar a los malos espíritus.
El interior de un trullo se caracteriza por su simplicidad. Debido a su forma circular, suele contener una sola habitación en la que se encuentra todo: cama, cocina… La peculiar estructura de estas casas favorece una temperatura muy agradable durante todo el año.
Aunque la técnica de construcción de los primeros trullos se remonta a la época prehistórica, los de esta localidad italiana son del siglo XIV. En aquel momento, cuando una de estas construcciones humildes se deterioraba o presentaba un mal estado general, era abatida por completo y se volvía a construir en vez de repararla. Existe una teoría que lo explica y que nos habla de un asentamiento de trabajadores labriegos que el terrateniente de la zona no había declarado al rey para evitar pagarle los impuestos. Ante una inminente inspección real, aquellas casas se hacían desaparecer ipso facto, para volver a ser construidas de nuevo. Eran algo así como viviendas "desmontables" y, probablemente, de ahí viene su sencillez de formas y materiales.
Sin duda, pasear por Alberobello es todo un placer. La curiosa localidad nos invita a recorrer sus callejuelas estrechas y a caminar rodeados de un paisaje casi irreal, entre sus casas cónicas que nos recuerdan a moradas de gnomos o de hadas. Encontrarnos con las sonrisas de los habitantes de la población es otro de los alicientes de visitarla, ya que gozan de un carácter amable y acogedor. En nuestro paseo también veremos pequeños locales donde picar alguna delicia de la zona y algunos comercios de artesanía local.
Los trullos de Alberobello están considerados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Revista Viajes y Lugares
Escribe tu comentario