Río de Janeiro nos invita, nos acoge y nos recibe con los brazos abiertos de su Cristo Redentor de Corcovado. Con casi siete millones de habitantes, la conocida como Ciudad Maravillosa es un lugar cosmopolita, alegre y lleno de vida que nos deja boquiabiertos con sus grandes zonas de selva tropical en pleno centro urbano, conviviendo hábilmente con enormes avenidas, edificios y cientos de automóviles.
El uno de enero de 1.502 el navegante portugués Gaspar de Lemos entró con su barco en una bahía, actualmente llamada Guanabara. Gaspar pensó que se trataba de la desembocadura de un río y decidió llamarla Río de Janeiro, que significa Río de Enero, en honor al mes en el que había llegado al lugar.
Hablando de ríos, el río principal de la ciudad es el Carioca, nombre con el que también son conocidos los habitantes de esta gran urbe, gentes amables que siempre regalan sonrisas a los visitantes. En tiempo de carnaval esas sonrisas se multiplican y la frenética y lúdica actividad que se vive por todas partes nos deja exhaustos, que es como queremos que nos deje.
El carnaval es el gran símbolo de Río de Janeiro y, sin lugar a dudas, de todo Brasil. Es una festiva y desinhibida celebración que comenzó con los cordôes, agrupaciones que nacieron en el siglo XIX y que tocaban música y bailaban de forma desenfadada por las calles de la ciudad. Eran los antecesores de los blocos y bandas que actualmente organizan fiestas informales en sitios populares durante todo el carnaval.
El famoso Sambódromo de Río tiene una capacidad para unas cincuenta mil personas que todos los años llenan hasta los topes las gradas, palcos y estancias privadas para ver actuar a las escuelas de samba que concursan en la celebración.
Si algo está claro en este viaje es que hemos de prepararnos y tomar fuerzas para disfrutar de toda la actividad que se nos presenta en el camino: mucha samba y caipiriñas, pero también naturaleza en estado puro, paisajes increíbles, playas tentadoras, sol y una ciudad que nos reserva sorpresas muy agradables.
Sus famosísimas playas
No podemos visitar la ciudad sin acercarnos a tomar algo refrescante en el Garota de Ipanema, el mítico bar donde Antonio Carlos Jobim y Vinicius de Moraes vieron pasar a una joven rubia que les inspiró a crear una canción que ha vendido millones de copias en todo el mundo. Bar do Veloso era el nombre original de este local que más tarde, tras la popularidad del tema musical, fue cambiado por el de Garota de Ipanema y se reconvirtió en un restaurante, ubicado en el número 49 de la calle Vinicius de Moraes, en el que han quedado plasmados todos los recuerdos del bossa nova y el jazz brasileño.
La playa de Ipanema, el escenario de la bella y famosa canción, es uno de los lugares de obligada visita. Es una de las más apreciadas por los cariocas. Con poco más de dos kilómetros y una blanca y agradable arena, esta playa siempre presenta un ambiente muy animado, con numerosas personas que se acercan a tomar un baño, pasear o practicar algún deporte, especialmente fútbol. Además, a lo largo de su paseo podemos encontrar quioscos y locales en los que refrescarnos y picar alguna cosa antes de seguir nuestro camino.
Nos acercamos a otra de las famosísimas playas de este punto de Brasil: Copacabana. De mayores dimensiones que la de Ipanema, se encuentra enmarcada por montañas repletas de vegetación y es uno de los grandes reclamos turísticos del país. Concentra importante número de hoteles, restaurantes y bares, y a lo largo de su animado paseo se celebran numerosos conciertos, competiciones deportivas y fiestas.
Los grandes símbolos de Río
Subimos al Morro del Corcovado, a más de 700 metros sobre el nivel del mar. Allí nos espera el Cristo Redentor con sus brazos abiertos, como si estuvieran a punto de dar un abrazo a la ciudad a sus visitantes. En 2007 fue reconocido como una de las Siete Maravillas del Mundo Moderno. Si nos situamos a sus pies podemos disfrutar de una increíble panorámica de Río. El Cristo, inaugurado en 1931, está dotado de una iluminación espectacular cuando anochece y es el lugar ideal para cansarnos de hacer fotografías.
Al Cristo Redentor del Corcovado podemos subir utilizando diferentes transportes: tren, furgoneta o nuestro propio vehículo. Además, llegar caminando supondrá un aliciente añadido para los amantes del senderismo.
Nos acercamos a otra de las imágenes características de la ciudad: el Pan de Azúcar. Los más golosos pensarán que están de suerte, pero en realidad se trata de un famoso cerro situado a casi 400 metros sobre la bahía de Guanabara. Podemos ascender hasta su cima disfrutando del maravilloso paisaje que nos proporciona el trayecto en teleférico.
Se cuenta que el curioso nombre de esta montaña tiene su origen en la denominación que le dieron los indios que habitaban la zona. Aquellos nativos llamaban al cerro “pau-na-açuqua”. Cuando llegaron los portugueses al lugar este complicado nombre les sonaba a “paõ de açúcar” (pan de azúcar), y así es conocido desde entonces.Pero si esta teoría no nos convence, existe otra que hace referencia a su parecido con la forma cónica de los bloques de azúcar que se apilaban y preparaban para su exportación durante el siglo XVI. Cada uno que escoja la teoría que más le guste.
El centro de la ciudad
El centro histórico de Río guarda muchas sorpresas agradables. Allí nos encontramos con la Biblioteca Nacional, de las más grandes de Latinoamérica, con el magnífico Teatro Municipal, imponente edificio y el mayor teatro del país, y con el Museo de Bellas Artes. Cerca de esta zona también podemos contemplar el Monasterio de San Bento, construcción levantada por los portugueses y uno de los principales monumentos coloniales que existen en la ciudad. También la Catedral Metropolitana merece una visita. Situada en el corazón financiero de la ciudad, esta moderna catedral exhibe una forma piramidal que la convierte en un edificio único.
En las gradas del Maracaná
El fútbol es una de las grandes pasiones de los cariocas. El estadio de Río, el conocido Maracaná, es un auténtico hervidero de emociones cuando hay competición. Presenciar un partido en este estadio es una experiencia única. Durante algún tiempo, con una capacidad de casi 200.000 personas, llevó a gala ser el más grande del mundo, aunque actualmente, y después de algunas remodelaciones que han priorizado la seguridad y la comodidad de los asistentes, alberga sólo a cerca de 80.000 aficionados.
Hablemos de favelas
Se calcula que actualmente un 20% de la población de Río de Janeiro vive en favelas. Estas zonas deprimidas de la sociedad carioca pueden visitarse a través de los tours turísticos creados con el fin de que los foráneos destierren algunos prejuicios sobre la conveniencia de moverse por estas zonas de la ciudad. También se pretende activar la economía de estos lugares a través de los ingresos que se generan con la visita de los turistas, intentando mejorar la calidad de vida de las personas que las habitan.
Sin duda, estos paseos turísticos por los barrios más pobres de Río ayudan a entender mucho mejor la realidad social y económica de la sociedad carioca, pero no debemos aventurarnos a pasear por nuestra cuenta.
Existen dos tipos de favelas: las llamadas “pacificadas”, a las que llegan las excursiones organizadas, y las “no pacificadas”. Las segundas se han de evitar en todo momento y circunstancia, mientras que a las primeras se recomienda ir a través de circuitos organizados y siempre con cautela.
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